Los consumidores mexicanos, especialmente en la Ciudad de México, están más abiertos a empresas internacionales y tienden a estar entre los países más leales a las marcas del mundo. Sin embargo, COVID-19 ha incrementado la velocidad de cambio en el comportamiento del consumidor, desafiando este statu quo.
Si bien la calidad del producto, la practicidad (ahorro de tiempo) y el precio siguen siendo importantes, la seguridad personal y el servicio al cliente se han vuelto más importantes. Después de COVID-19, 94% de los consumidores expresan que “mantenerse seguros, así como a los demás clientes” es muy importante al tomar una decisión de compra.
Las preocupaciones sociales y éticas también son moldeadas por la situación, provocando que 58% de los mexicanos prefieran más que antes productos o servicios más sostenibles.
Dependiendo del área geográfica y ligeras variaciones en las restricciones de COVID-19, México vio gravemente afectados muchos puntos de venta minoristas formales, como centros comerciales, supermercados, etc., y muchas empresas no sobrevivieron al periodo de confinamiento.
Sin embargo, algunos minoristas actuaron rápidamente e implementaron nuevas estrategias para mantener seguros a sus clientes y al personal, y reposicionaron su oferta para proporcionar plataformas de comercio electrónico y canales de entrega que respondieran a las necesidades del consumidor durante la pandemia.
Antes del confinamiento, México ya era uno de los países más orientados al comercio electrónico en América Latina: 85% de las personas habían comprado al menos un producto o servicio en internet el año anterior. La pandemia ha impulsado estos hábitos de consumo, pues 80% de los mexicanos confirma que compra ahora más en línea de lo que acostumbraba. Esto se alinea con cambios en el comportamiento de 68% de los mexicanos, que consumen menos en las tiendas físicas respecto al tiempo anterior a COVID-19.